“Al otro lado de la barra” se convertirá en tu taller favorito, si lo que te gusta es sorprender con tragos a tus invitados. Y ese es mi caso. Este taller conquistó cada parte de mi corazón, no solo por lo profesional de nuestro barman venezolano, Edgard, sino que también por el ambiente que se dio.
Nuestras compañeras de taller eran cuatro amigas rumanas que llevaban viviendo en Chile alrededor de 20 años, por lo que su español era casi mejor que el mío. Eran mujeres muy risueñas y simpáticas, lo que convirtió esta experiencia, desde el inicio, en algo amistoso, como si nos conociéramos hace más tiempo.
El taller sumó todavía más puntos cuando, a cada uno, nos sorprendieron con un kit de coctelería. Ahora sí que me luciría de bartender en mis nuevos eventos.
Edgard nos enseñó dos preparaciones, Moscow Mule y Martini Espresso, ambos tragos con vodka pero MUY distintos entre sí. Yo estaba sacando fotos y muy distraída con mis amigas rumanas cuando explicaron el tema de las medidas de las onzas por lo que mis preparaciones no salieron del todo bien… Quizás más vodka del que debería haber ocupado. Así que ojo a estar concentrados cuando llegue la explicación de las medidas.
Esta experiencia fue una risa constante, que aumentó cuando nuestro profesor nos invitó a preparar, en parejas, nuestras propias creaciones. Mi primer trago de autor sería compuesto por ingredientes a elección, con Clemente decidimos: Gin, syrup de miel y canela, ginger ale y jugo de naranja. Simplemente 10/10.
Nuestras amigas rumanas definitivamente no lo lograron, de hecho, nos dio ataque de risa cuando nos hicieron probar su brebaje. Lo bueno, fue que la segunda parte de esta puesta en práctica fue mejorar el trago y ponerle linda presentación para que los compañeros prueben y juzguen. Aquí, las tres parejas nos lucimos. Ya me sentía una mixóloga reconocida.
Después de tomarnos más de tres preparaciones diferentes solo podíamos sonreír. Nuestras amigas rumanas se sacaban fotos, Clemente conversaba con Edgard y yo pensaba en lo lindas que son estas instancias en las que compartimos con desconocidos y logramos enriquecernos de alguna forma. Este taller, entre chacota, alcohol y risas; me hacía valorar la parte social que tanto había echado de menos durante la pandemia.
Sin dudas, una experiencia que me encantaría que todos los que aman la coctelería puedan vivir al menos una vez. Y es que estar al otro lado de la barra es muy entretenido.
El hotel Las Majadas y sus talleres, cada vez me sorprenden más.