Hay quienes consideran a Guillermo Renner el padre del paisajismo en Chile. Nacido en Francia, entre 1873 y 1920 diseñó jardines y parques urbanos que hasta hoy son característicos de la zona central de nuestro país.
Uno de ellos es el parque que acompaña al Palacio de Las Majadas de Pirque, que hoy tiene más de 100 años. En ese momento su diseño fue encomendado a Renner, quien siguiendo la tradición de la época se inspiró en los jardines europeos y lo rediseñó aprovechando los árboles existentes y especies exóticas importadas.

El diseño resultó en una gran explanada con árboles centenarios, fuentes de agua fresca y caminos por recorrer. Lo que vemos hoy en el parque son los árboles perennes del lugar que se usaron para trazarlo, junto con peumos locales, araucarias, cedros del Líbano, sequoias, cipreses y tilos, con diferentes tonalidades de follajes luminosos y oscuros, contrastadas con palmeras, plátanos orientales y encinos de esbeltos troncos.
El parque está pensado para ser recorrido de muchas maneras, con diferentes espacios de estar para promover la conversación y la contemplación, lugares acogedores en donde encontrarse con otros y generar lazos.
Guillermo Renner instaló su oficina Santiago, donde desarrolló una serie de proyectos antes y después del parque de Las Majadas. En 1896 participó de la remodelación de la Plaza de Armas, donde diseñó un jardín de araucarias, cedros, ceibos, encinas y pataguas.
Por esos años Luis Cousiño lo contrató para restaurar una parte del Parque Cousiño, que hoy conocemos como el Parque O’Higgins. Al mismo tiempo se dedicó a crear las cuarenta cuadras del Parque de Macul –donde hoy está la viña–, ambos con especies similares plantadas al mismo tiempo, lo que hizo que los dos tuvieran un notable parecido.

Estuvo a cargo del diseño de otras viñas, como Concha y Toro y el reconocido Parque Santa Rita.
En el parque de Las Majadas de Pirque se puede observar parte de la vida de este reconocido paisajista. Somos parte de su recorrido por la zona central Chile, convirtiendo la naturaleza en espacios de admiración que elevaron la arquitectura que los acompañaba, en este caso, nuestro Palacio.