El 6 de octubre pasado la OCDE publicó la versión 2016 de su Panorama de la Sociedad, el informe bianual que reúne al conjunto de sus indicadores sociales. Aunque el foco esta vez estuvo puesto en los llamados jóvenes NINI, y la cobertura periodística se enfocó sobre ese fenómeno, el informe incluía otra variable, perdida en el penúltimo párrafo de la síntesis con los datos de Chile, que capturó poderosamente nuestra atención.
Se trata del dato de la confianza interpersonal, que la OCDE mide como el porcentaje de gente que declara que se puede confiar en la mayoría de las personas. En Dinamarca y Noruega, el porcentaje es del 75% y 70%. En Chile, apenas un 13%, lo que nos deja en el fondo de la tabla junto a México y Turquía.
Ya sabemos que no estamos descubriendo la pólvora con este dato, pero si a eso le sumamos la dramática caída que otras encuestas, como la Auditoría a la Democracia que presentó en septiembre el PNUD han mostrado respecto de la confianza en las instituciones, el panorama se vuelve especialmente crítico para un tema que está en el centro de nuestra propuesta como Las Majadas: la creación de capital social.
Una de las definiciones que la propia OCDE hace de Capital Social es “la suma de las conexiones, los valores compartidos, los acuerdos y las normas dentro de una sociedad, que permiten a personas y grupos confiar unos en otros y cooperar entre ellos”.
Como se ve, no estamos hablando de un asunto etéreo, sino de una condición necesaria para el desarrollo como país. La confianza acelera el crecimiento, en la medida que hace más fácil a los diversos actores interactuar entre sí. Vuelve a las organizaciones menos rígidas y por lo tanto más ágiles a la hora de cambiar, porque reduce la necesidad de normas y regulaciones. Y ciertamente mejora el diálogo social, porque personas que confían unas en otras tienden a la cooperación en vez del conflicto.
La buena noticia es que hay una cierta ruta de retorno. Durante los últimos años diversos expertos han desarrollado herramientas y metodologías innovadoras que permiten re-generar la confianza dentro de las organizaciones y las comunidades.
Nosotros mismos hicimos un ejercicio reciente con una metodología que llamamos 1+1, y definimos como encuentros entre pares improbables con objetivos comunes. Para ello reunimos a 88 personas que sostuvieron 220 conversaciones en torno a qué aptitudes deberíamos desarrollar cada uno de nosotros para desarrollar el capital social. Uno de los conceptos más reiterados fue -junto a empatía- la confianza.
Motivados por esa experiencia exitosa, y movilizados por el déficit de confianza que sufre Chile, queremos declarar el 2017 como el año de la Confianza. Nuestra reflexión es que como un centro de conversaciones para la creación de capital social no podemos dejar de abordar un tema crítico para el país.
En las próximas semanas iremos contando más sobre programas e iniciativas concretas para restaurar la confianza entre las personas, dentro de las organizaciones y hacia las instituciones. Estamos trabajando con nuestros partners en metodologías innovadoras y eficaces para abordar el desafío.
Si quieres sumarte a este tema y enviarnos ideas o propuestas, estamos totalmente abiertos a recibirlas y analizarlas en conjunto. Escríbeme a [email protected].
Cordialmente,
Pablo Bosch
Gerente General
Las Majadas de Pirque